Leyendo a Walter Scott se me ocurrió edificar un castillo frente al
Paraná. Me hizo feliz con sus almenas, torres, puente levadizo. Un
camalote trajo por el río a un tigre de la región del norte.
Mató a mi mujer y a mis tres hijos.
Leyendo a Walter Scott: olvidé dónde estaba.
Ya no lo olvidaré.
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