


grabando..

vagón bibliofabulero..

galpón..

con Renzi..

Je pouvais les regarder durant des heures...

Fiesta!

Un pequeño blogcito, para llevarse en un bolsillo o en una mochila mientras se recorre y se da vueltas alrededor del globo, lleno de palabras y de mundos inventados.
Victoria Ocampo tuvo una gran personalidad y su obra en la revista Sur que se publicó regularmente entre 1931 y 1970 y su legado a la cultura argentina la definen. Victoria Ocampo financió la revista Sur con su propia fortuna personal y sus primeros colaboradores procedieron de su círculo de amistades. Sara Facio reunió en este libro además de fotografías, textos de Victoria Ocampo y también diálogos que Sara mantuvo con Ocampo.
Dice Sara Facio: "De Victoria Ocampo, a quien tuve el privilegio de conocer desde 1958, se han publicado cinco tomos de su Autobiografía y diez tomos de sus Testimonios que permiten conocerla como el mejor de los estudios.
En esas obras está su trayectoria como escritora, ensayista, editora, traductora, crítica de acontecimientos culturales y relatos históricos de la Argentina de los siglos XIX y XX. De ellos están tomados los datos precisos, fechas de viajes y de acontecimientos de carácter social y cultural.
Sin embargo, en Victoria Ocampo en fotografías no se estudia ni se valora su obra literaria. Ponemos énfasis en la devoción de Victoria Ocampo por el teatro, el cine, el diseño, la arquitectura, la fotografía. Un rescate de su relación con los lugares que frecuentó y de familiares y amigos que fotografió en esos ámbitos. Este volumen pretende ser una galería de las mejores fotos de Victoria Ocampo a lo largo de toda su vida".
Nuestra única orientación ha de ser una preparación a la experimentación. Y esta preparación consiste en no ser imitativos, en no juzgar, en no interpretar mediante las categorías generales de lo que está bien o mal; esto es, se trata de no reducir la experiencia a lo que se nos da socialmente como ya conocido. Puesto que no sabemos qué puede nuestro cuerpo, de qué afectos es capaz, hasta dónde puede llegar nuestro territorio, hay que probar.
Probar consiste en no juzgar a los existentes sino en sentir si nos convienen o no, si nos aportan fuerzas vitales que ampliarán nuestra potencia o, por el contrario, si nos llevan a la miseria y a la pobreza. Lo que nos conviene puede ser reconocido por dos características: crecimiento y alegría. Ambas son indisolubles. Un crecimiento que no conduce a la alegría puede ocultar la imposición de un territorio que no es el nuestro (como el caballo de carreras convertido en caballo de labranza), Una alegría que no produce crecimiento puede estar larvada de triste resentimiento (la alegría del envidioso cuando ve que le van mal las cosas a aquel al que envidia).
Cuestión de amor y de odio, no de juicio. En el amor hay composición de un cuerpo con otro, hay devenir. El devenir es algo que sucede entre dos cosas que se encuentran, y eso que sucede no es del orden del reconocimiento ni del juicio, sino de la captura o el robo. A partir de lo que se es, del propio territorio se extraen partículas en contacto con lo que se deviene: el devenir es un proceso de deseo. En nuestros amores tenemos que ser como la orquídea y la avispa, nos dice Deleuze. La orquídea se ha dejado contagiar por la avispa, adoptando sus colores y sus formas, ha devenido avispa, no porque la orquídea quiera ser como la avispa, sino porque ha incorporado el movimiento de la avispa al suyo propio, de manera que ese devenir constituya el modo de atraer a la avispa, de formar una composición orquídea-avispa. A su vez la avispa se siente capturada por la orquídea, deviene orquídea, no porque la imita, sino porque se deja atrapar en su movimiento.
En la amistad, en el amor, tenemos algo en común con alguien. Pero no se trata de ideas comunes, sino más bien de signos prelingüísticos comunes, por lo que el acercamiento está impulsado por una cierta percepción de esos signos. A veces el otro hace un gesto con la mano al hablar, o se sienta a la mesa de una determinada manera, o sonríe de una forma particular: percibimos el gesto lleno de gracia infinita, como si estuviera tocando el centro mismo de la vida. Otras veces se trata de frases absolutamente insignificantes –como la manera de decir que se encuentra mal o la forma de referirse a sus familiares- y que, sin embrago, nos parecen llenas de encanto. En algunas ocasiones el encanto se percibe en los momentos en que una persona pierde un tornillo y nos muestra su vena particular, su locura. En todos esos momentos se percibe algo que nos conviene, que nos revela algo, que nos enseña algo. Y así nace la amistad, el amor, que nos hace exclamar “quiero que esta persona sea mía y yo espero ser suya”. Como la orquídea y la avispa.
Saber que duermes tú, cierta, segura
- cauce fiel de abandono, línea pura -,
tan cerca de mis brazos maniatados.
Insomnio-Gerardo Diego