Un mandarín estaba enamorado de una cortesana.
"Seré tuya, dijo ella, cuando hayas pasado cien noches esperándome sentado sobre un banco, en mi jardín, bajo mi ventana."
Pero en la nonagésimanovena noche, el mandarín se levanta, toma su banco bajo el brazo y se va.
"Seré tuya, dijo ella, cuando hayas pasado cien noches esperándome sentado sobre un banco, en mi jardín, bajo mi ventana."
Pero en la nonagésimanovena noche, el mandarín se levanta, toma su banco bajo el brazo y se va.
pero me contaste el final :s
ResponderEliminarjajajajaj quédese tranquilo que en este libro, no hay ni comienzos ni finales!
ResponderEliminar:)
Jules
ResponderEliminarLa Leyenda de la Espera, la conocía; ubicada en otro contexto pero con el mismo final.
El Libro de Roland Barthes es una belleza, se lee como libro de poesía: de manera intermitente.
Un abrazo
Marichú,
ResponderEliminarCoincido con vos! : Fragmentos...es una belleza, y de lectura poética.
Este fragmento en particular lo conozco desde hace varios años atrás, desde la 1º vez que leí el libro, y siempre me ha quedado dando vueltas...
Beso.
Este es uno de mis pendientes, es la segunda vez en la semana que lo encuentro mencionado en alguna parte. Listo, próxima compra.
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