sábado, 24 de diciembre de 2011
martes, 13 de diciembre de 2011
sábado, 3 de diciembre de 2011
domingo, 9 de octubre de 2011
jueves, 6 de octubre de 2011
lunes, 26 de septiembre de 2011
jueves, 8 de septiembre de 2011
Trilce
VII
Rumbé sin novedad por la veteada calle
que yo me sé. Todo sin novedad,
de veras. Y fondeé hacia cosas así,
y fui pasado.
Doblé la calle por la que raras
veces se pasa con bien, salida
heroica por la herida de aquella
esquina viva, nada a medias.
Son los grandores,
el grito aquel, la claridad de careo,
la barreta sumersa en su función de
¡ya!
Cuando la calle está ojerosa de puertas,
y pregona desde descalzos atriles
trasmañanar las salvas en los dobles.
Ahora hormigas minuteras
se adentran dulzoradas, dormitadas, apenas
dispuestas, y se baldan,
quemadas pólvoras, altos de a 1921.
jueves, 11 de agosto de 2011
desde Chile
Me han preguntádico varias persónicas
si peligrósicas para las másicas
son las canciónicas agitadóricas:
¡ay, qué pregúntica más infantílica!
Solo un piñúflico la formulárica,
pa’ mis adéntricos yo comentárica.
sábado, 6 de agosto de 2011
sábado, 16 de julio de 2011
La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad
Cuando los cronopios van de viaje, encuentran los hoteles llenos, los trenes ya se han marchado, llueve a gritos, y los taxis no quieren llevarlos o les cobran precios altísimos. Los cronopios no se desaniman porque creen firmemente que estas cosas les ocurren a todos, y a la hora de dormir se dicen unos a otros: “La hermosa ciudad, la hermosísima ciudad”. Y sueñan toda la noche que en la ciudad hay grandes fiestas y que ellos están invitados. Al otro día se levantan contentísimos, y así es como viajan los cronopios.
sábado, 9 de julio de 2011
Y no salí indemne
"En cosas así consiste la perdición de la lectura.
Quien la probó, lo sabe".
Fernando Savater, "Leer y leer", en Loor al leer
Quede claro que no he salido indemne. Que no entré como una cachorra y salí como una loba. Puede que haya entrado como luz y salido como sombra. Con la misma capacidad de respirar y desconocer, pero más oscura.
Entré como entran las cosas secretas, subrepticiamente, sin nombre. Con una copa vacía, con un resoplo de flores. Sin alguien que me acompañe y con la luna en la espalda. Eramos dos, con mi sombra que no acostumbraba a beber flores, ni vino, ni escarcha, y que sólo sabía andar con los pies pegados a los míos. Entré y se murieron las formas de adentro y afuera. Las cosas relampagueaban en sus máscaras y no salí indemne.
Una vez que entré, no he querido más que seguir entrando. Si alguna vez me fui, fue por poco tiempo, y desde afuera me quedé pensando en la luna de allí dentro. En los pájaros blancos martillando magnolias negras. Pensé que no es cuestión de sentirse dentro de los libros, sino que los libros estén dentro de una. Pensé en todas las palabras que empiezan con C. En los nombres que empiezan con M. En los colores enemigos que se unen para pintar la tragedia. En los mundos que empiezan y terminan. En los mundos que sólo tienen un afuera y un adentro. En los libros que no han sido escritos. En los libros escritos que no han sido leídos. Pensé en la memoria de los hongos y las uvas, pensé la duración de un grito, en la duración de un silencio y en las bocas que respiran babas rojizas. Entré a temprana edad, con un olor liviano a sangre y a menta. Entré con miedos y con pasiones en ese mundo de letras húmedas como ramos de lirios, con hojas y bulbos. Entré y no salí indemne. En el organismo me quedó una nostalgia inmensa. Afuera, agonizante murmuraba "algo falta". Entonces volvía a entrar de noche como murciélago, de día como fantasma, siempre como un animal en su primera noche de cacería.
Con el viento de la noche calado en los huesos volví cuando todavía no me había ido. Entré invisible y salí marcada con una cruz lila. Entré en la piedra de locura y en el jardín de las delicias. Entré en la China de Li Bai como una sombra esclava. Entré con el biombo de jade y la almohada de seda. Entré a riesgo de perder la salida. Entré en el primer amor y en el último. Entré en el corazón de la desnuda que llevaba un sombrero de flores.
Quien lee lo que yo leo entra huevo y sale lagarto. Entra hombre y sale mujer. Entra mujer y sale página. Entra fulano y sale hombre antes de que la noche regrese a su noche y caiga en la fosa de la sombra.
Mahmud sabe que es tenue la diferencia entre una mujer y un árbol. Li Bai sabe que es tenue la diferencia entre yo y su sombra. Quien entra donde yo entro encuentra un solo idioma. Quien entra como yo entro, descubre que rara vez las primeras palabras conducen a las últimas. No es ése el modo de entrar donde yo entro. No es ése el modo de amar donde yo amo, ni el de morir donde yo muero.
Debido al hábito que tenía de entrar pez y salir océano, de decir yo y ser otra, de entrar con igual sigilo en una iglesia, en un paréntesis, en un cabaret o en un glosario, he tenido oportunidad de ver esqueletos revestidos de carne sentados en un restaurant fingiendo ser gente. Y encontrar después esos mismos personajes en otra página o en la vida, hablando de las mismas cosas, fingiendo impresiones que no les pertenecen.
A temprana edad entré magnolia y salí agapanto. Entre y salí con amoríos de pájaros. En toda edad entré lenguaje y salí palabra.
Entré sobresaltada y salí sobresalto.
Entré con esperanzas y salí preñada por un bulto moreno, fornido, esperanzado.
Entré con el corazón lleno y el estómago vacío en una estación de mil luces apagadas.
Entré Edipo y salí Yocasta, a la hora oscura, con los labios húmedos y las manos calientes. Y no podía volverme atrás porque la noche me empujaba.
Entré verbo y salí sigilo. Con la misma capacidad de respirar y desconocer. Después, por detrás me fijé en un hombre que venía por delante con una larga historia detrás y yo con un gran proyecto por venir que no tenía modo de darse por final. Y me quedé pensando en la desnuda con el sombrero de flores. Pensé que no es cuestión de sentirse dentro de los libros, sino que los libros estén dentro de una. Pensé en todas las palabras que empiezan con una letra hecha a imagen y semejanza de otra letra. Pensé en Augusto Monterroso. Entré pequeña y salí dinosaurio. Pensé en la memoria de los reducidores de cabeza, en la memoria del verdugo y en la de Venus de Milo. Pensé en todas las cabezas que rodaron por el mundo derramando memoria. Pensé en los lirios con hojas y bulbos. Pensé que siempre entro en los mismos libros a leer las mismas cosas. Pensé que nunca he salido. Pensé, ¿quién entra donde yo entro? ¿Quién respira lo que yo escribo?
Rosario 12. Sábado, 09 de julio de 2011
jueves, 30 de junio de 2011
lunes, 20 de junio de 2011
sábado, 18 de junio de 2011
martes, 14 de junio de 2011
viernes, 10 de junio de 2011
miércoles, 8 de junio de 2011
Lucas, sus amigos
martes, 24 de mayo de 2011
viernes, 20 de mayo de 2011
martes, 10 de mayo de 2011
viernes, 15 de abril de 2011
martes, 12 de abril de 2011
viernes, 8 de abril de 2011
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Había una vez un pájaro
jueves, 24 de marzo de 2011
lunes, 21 de marzo de 2011
Un año después, hoy
viernes, 18 de marzo de 2011
martes, 1 de febrero de 2011
martes, 18 de enero de 2011
Por enquanto
Hoje me telefonou uma moça chorando, dizendo que seu pai morrera. E assim: sem mais nem menos.
Um dos meus filhos está fora do Brasil, o outro veio almoçar comigo. A carne estava tão dura que mal se podia mastigar. Mas bebemos um vinho rosé gelado. E conversamos. Eu tinha pedido para ele não sucumbir à imposição do comércio que explora o dia das mães. Ele fez o que pedi: não me deu nada. Ou melhor me deu tudo: a sua presença.
Trabalhei o dia inteiro, são dez para as seis. O telefone não toca. Estou sozinha.
Sozinha no mundo e no espaço. E quando telefono, o telefone chama e ninguém atende. Ou dizem: está dormindo. A questão é saber agüentar. Pois a coisa é assim mesmo. Às vezes não se tem nada a fazer e então se faz pipi.
Mas se Deus nos fez assim, que assim sejamos. De mãos abanando. Sem assunto. Sexta-feira de noite fui a uma festa, eu nem sabia que era o aniversário do meu amigo, sua mulher não me dissera.
Tinha muita gente. Notei que muitas pessoas se sentiam pouco à vontade.
Que faço? telefono a mim mesma? Vai dar um triste sinal de ocupado, eu sei, uma vez já liguei distraída para o meu próprio número. Como acordo quem está dormindo? como chamo quem eu quero chamar? o que fazer? Nada: porque é domingo e até Deus descansou. Mas eu trabalhei sozinha o dia inteiro.
Mas agora quem estava dormindo já acordou e vem me ver às oito horas. São seis e cinco.
Estamos no chamado "veranico de maio": grande calor. Meus dedos doem de tanto eu bater à máquina. Com a ponta dos dedos não se brinca. É pela ponta dos dedos que se recebem os fluidos.
Eu devia ter me oferecido para ir ao enterro do pai da moça? A morte seria hoje demais para mim. Já sei o que vou fazer: vou comer. Depois eu volto. Fui à cozinha, a cozinheira por acaso não está de folga e vai esquentar comida para mim. Minha cozinheira é enorme de gorda: pesa noventa quilos. Noventa quilos de insegurança, noventa quilos de medo. Tenho vontade de beijar seu rosto preto e liso mas ela não entenderia. Voltei à máquina enquanto ela esquentava a comida. Descobri que estou morrendo de fome. Mal posso esperar que ela me chame.
Ah, já sei o que vou fazer: vou mudar de roupa. Depois eu como, e depois volto à máquina. Até já.
Já comi. Estava ótimo. Tomei um pouco de rosé. Agora vou tomar um café. E refrigerar a sala: no Brasil ar refrigerado não é um luxo, é uma necessidade. Sobretudo para pessoa que, como eu, sofre demais com o calor. São seis e meia. Liguei meu rádio de pilha. Para a Ministério de Educação. Mas que música triste! não é preciso ser triste para ser bem-educado. Vou convidar Chico Buarque, Tom Jobim e Caetano Veloso e que cada um traga a sua viola. Quero alegria, a melancolia me mata aos poucos.
Quando a gente começa a se perguntar: para quê? então as coisas não vão bem. E eu estou me perguntando para quê. Mas bem sei que é apenas "por enquanto". São vinte para as sete. E para que é que são vinte para as sete? Nesse intervalo dei um telefonema e, para o meu gáudio, já são dez para as sete. Nunca na vida eu disse essa coisa de "para o meu gáudio". É muito esquisito. De vez em quando eu fico meio machadiana. Por falar em Machado de Assis, estou com saudade dele. Parece mentira mas não tenho nenhum livro dele em minha estante. José de Alencar, eu nem me lembro se li alguma vez.
Estou com saudade. Saudade de meus filhos, sim, carne de minha carne. Carne fraca e eu não li todos os livros. La chair est triste. Mas a gente fuma e melhora logo. São cinco para as sete. Se me descuido, morro. É muito fácil. É uma questão do relógio parar. Faltam três minutos para as sete. Ligo ou não ligo a televisão? Mas é que é tão chato ver televisão sozinha. Mas finalmente resolvi e vou ligar a televisão. A gente morre às vezes.
viernes, 14 de enero de 2011
Chega de saudade
...Mas se ela voltar, se ela voltar
Que coisa linda, que coisa louca
Pois há menos peixinhos a nadar no mar
Do que os beijinhos que eu darei
Na sua boca,
dentro dos meus braços
Os abraços hão de ser milhões de abraços
Apertado assim, colado assim, calado assim
Abraços e beijinhos, e carinhos sem ter fim
Que é pra acabar com esse negócio de você longe de mim
Não quero mais esse negócio de você viver sem mim