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martes, 4 de diciembre de 2012
lunes, 26 de noviembre de 2012
martes, 14 de diciembre de 2010
Nature & Literature
martes, 23 de febrero de 2010
miércoles, 30 de diciembre de 2009
life...a tale told by an idiot.
MACBETH

Wherefore was that cry?
SEYTON
The queen, my lord, is dead.
MACBETH
She should have died hereafter;
There would have been a time for such a word.
To-morrow, and to-morrow, and to-morrow,
Creeps in this petty pace from day to day
To the last syllable of recorded time,
And all our yesterdays have lighted fools
The way to dusty death.
Out, out, brief candle!
Life's but a walking shadow, a poor player
That struts and frets his hour upon the stage
And then is heard no more: it is a tale
Told by an idiot, full of sound and fury,
Signifying nothing.
martes, 13 de octubre de 2009
Jeanette

The World & Other Places
Audio
Biography
Books
This is my first collection of short stories - made up of virtually every story I have written in thirteen years. It is a kind of short-hand of my fiction. All the themes are here - love, death, betrayal, the nature of time, the beauty of risk, the quest. Yes, always the need to push on, whatever the weather. Miracles too, because however uncool, I believe in them.
The earliest story, Psalms, is about a tortoise, and very much in the Oranges mould (or do I mean mold - it's such a long time ago?). There are mid-way stories, like The Poetics of sex, which I wrote for the Granta Best of Young British Novelists. It's about lesbian sex, and it's set out as a series of questions, mainly the questions I was getting all the time in the nineties from the British press. Funny lot - journalists.
The Poetics of sex - La poética del sexo
...
Here comes Sappho, scorching the history books with tongues of flame. Never mind the poetry feel the erection. Oh yes, women get erect, today my body is stiff with sex. When I see a word held hostage to manhood I have to rescue it. Sweet trembling word, locked in a tower, tired of your Prince coming and coming. I will scale you and discover that size is no object especially when we're talking inches.
I like to be a hero, like to come back to my island full of girls carrying a net of words forbidden them. Poor girls, they are locked outside their words just as the words are locked into meaning. Such a lot of locking up goes on on the Mainland but here the doors are always open.
...
miércoles, 7 de octubre de 2009
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Nobel Lecture-December 7, 2007

Cuarto Propio

Pero al disponerme a adoptar esa interpretación que me parecía la más interesante de todas, pronto advertí que tenía una desventaja fatal. Nunca podría cumplir lo que es, entiendo, el primer deber de un conferenciante: ofrecerles después de una hora de charla una pepita de verdad pura, envolverían en las hojas de sus libretas y guardarían eternamente sobre el mármol de la chimenea. Sólo puedo ofrecerles una opinión sobre un tema menor: para escribir novelas, una mujer debe tener dinero y un cuarto propio; y eso, como ustedes verán, deja sin resolver el magno problema de la verdadera naturaleza de la mujer y la verdadera naturaleza de la novela."
viernes, 25 de septiembre de 2009
Virginia

Sus novelas más conocidas son La señora Dalloway (1925), Al faro (1927), Orlando (1928), Las olas (1931) y Entre actos (1941).
Fue redescubierta durante la década de 1970, gracias a su ensayo Una habitación propia, uno de los textos más citados del movimiento feminista, que expone las dificultades de las mujeres para consagrarse a la escritura en un mundo dominado por los hombres.

Tavistock Square, este mes de noviembre. Una puerta pequeña, en verde oscuro, muy inglesa, con su número bien plantado en el centro. Afuera, toda la niebla de Londres. Dentro, allá arriba, en la luz y la tibieza de un living-room, de paneles pintados por una mujer, otras dos mujeres hablan de las mujeres. Se examinan, se interrogan. Curiosa, la una; la otra, encantada.
Una de ellas ha alcanzado la expresión, porque ha conseguido, magníficamente, alcanzarse; la otra lo ha intentado perezosamente, débilmente, pero algo en sí misma viene impidiéndoselo, precisamente porque no habiéndose alcanzado, no ha podido ir más allá.
Estas dos mujeres se miran. Las dos miradas son diferentes. La una parece decir: «He aquí un libro de imágenes exóticas que hojear.» La otra: «¿En qué página de esta mágica historia encontraré la descripción del lugar en que está oculta la llave del tesoro?» Pero de estas dos mujeres, nacidas en medios y climas distintos, anglosajona la una, la otra latina y de América, la una adosada a una formidable tradición, y la otra adosada al vacío (au risque de tomber pendant l'éternité), es la más rica la que saldrá enriquecida por el encuentro. La más rica habrá inmediatamente recogido su cosecha de imágenes. La más pobre no habrá encontrado la llave del tesoro. Todo es pobreza en los pobres y riqueza en los ricos.
Cuando, sentada junto a su chimenea, Virginia, me alejaba de la niebla y de la soledad; cuando tendía mis manos hacia el calor y tendía entre nosotras un puente de palabras... ¡qué rica era, no obstante! No de su riqueza, pues esa llave que supo usted encontrar, y sin la cual jamás entramos en posesión de nuestro propio tesoro (aunque lo llevemos, durante toda nuestra vida, colgado al cuello), de nada puede servirme si no la encuentro por mí misma. Rica de mi pobreza, esto es: de mi hambre.
Su nombre, Virginia, va ligado a estos pensamientos. Pues con usted fue con quien hablé últimamente -e inolvidablemente- de esta riqueza, nacida de mi pobreza: el hambre.
Todos los artículos reunidos en este volumen (al igual que los de él excluidos), escalonados a lo largo de varios años, tienen de común entre sí que fueron escritos bajo ese signo. Son una serie de testimonios de mi hambre. ¡De mi hambre, tan auténticamente americana! Pues en Europa, como le decía a usted hace unos días, parece que se tiene todo, menos hambre.
Usted da gran importancia a que las mujeres se expresen, ya que se expresen por escrito. Las anima a que escriban all kinds of books, hesitating at no subject however trivial or however vast *. Según dice usted, les da este consejo por egoísmo: Like most uneducated Englishwomen, I like reading -I like reading books in the bulk,
declara usted. y la producción masculina no le basta. Encuentra usted que los libros de los hombres no nos explican sino muy parcialmente la psicología femenina. Hasta encuentra usted que los libros de los hombres no nos informan sino bastante imperfectamente sobre ellos mismos. En la parte posterior de nuestra cabeza, dice usted, hay un punto, del tamaño de un chelín, que no alcanzamos a ver con nuestros propios ojos. Cada sexo debe encargarse de describir, para provecho del otro, ese punto. A ese respecto, no podemos quejarnos de los hombres. Desde los tiempos más remotos, nos han prestado siempre ese servicio. Convendría, pues, que no nos mostrásemos ingratas y les pagásemos en la misma moneda.
Pero he aquí que llegamos a lo que, por mi parte, desearía confesar públicamente, Virginia: Like most uneducated South American women, I like writing .Y, esta vez, el uneducated debe pronunciarse sin ironía.
Mi única ambición es llegar a escribir un día, más o menos bien, más o menos mal, pero como una mujer. Si a imagen de Aladino poseyese una lámpara maravillosa, y por su mediación me fuera dado el escribir en el estilo de un Shakespeare, de un Dante, de un Goethe, de un Cervantes, de un Dostoiewsky, realmente, no aprovecharía la ganga. Pues entiendo que una mujer no puede aliviarse de sus sentimientos y pensamientos en un estilo masculino del mismo modo que no puede hablar con voz de hombre.
¿Recuerda usted, en A Room of One's Own sus observaciones sobre dos escritoras: Charlotte Brontë y Jane Austen? La primera, dice usted, quizás es más genial que la segunda; pero sus libros están retorcidos, deformados, por las sacudidas de indignación, de rebeldía contra su propio destino, que la atraviesan. She will write in a rage where she should write calmly.
El año pasado, por estos días, encontrándome en un balneario argentino, conduje, una mañana tibia, al hijito de mi jardinero a una gran tienda (una sucursal de vuestro Harrod's). Los juguetes resplandecientes de Navidad y Año Nuevo nos rodeaban por todas partes. Agarrado a mi mano, abriendo de par en par sus ojos de cuatro años ante semejantes maravillas, mi compañero había enmudecido. Al abrochar sobre su pecho una blusita blanca que le estaban probando, quedé asustada, enternecida, sintiendo contra mi mano el latir precipitado de su corazón. Era el palpitar de un pájaro cautivo entre mis dedos.
El pasaje de Jane Eyre que usted cita, y en que se oye el respirar de Charlotte Bronte (respirar que nos llega oprimido y jadeante), me emociona de modo análogo. Mis ojos, fijos en estas líneas, no perciben ya a la manera de los ojos, sino a la manera de la palma de una mano apoyada en un pecho.
Bien sé que Charlotte Brontë como novelista habría salido ganando con que Charlotte Bronte mujer, starved of her proper due of experience , no hubiese venido a turbarla. Y, sin embargo, ¿no cree usted que este sufrimiento, que crispa sus libros, se traduce en una imperfección conmovedora?
Defendiendo su causa, es la mía la que defiendo. Si sólo la perfección conmueve, Virginia, no cabe duda que estoy perdida de antemano.
Dice usted que Jane Austen hizo un milagro en 1800: el escribir, a pesar de su sexo, sin amargura, sin odio; sin protestar contra... sin predicar en pro... Y así (en este estado de alma) es como escribió Shakespeare, añadía usted.
Pero ¿no le parece a usted que, aparte de los problemas que las mujeres que escriben tenían y tienen aún que resolver, se trata también de diferencias de carácter? ¿Cree usted, por ejemplo, que la Divina Comedia haya sido escrita sin vestigios de rencor?
En todo caso, estoy tan convencida como usted de que una mujer no logra escribir realmente como esa mujer sino a partir del momento en que esa preocupación la abandona, a partir del momento en que sus obras, dejando de ser una respuesta disfrazada a ataques, disfrazados o no, tienden sólo a traducir su pensamiento, sus sentimientos, su visión.
Acontece con esto como con la diferencia que se observa en Argentina entre los hijos de emigrantes y los de familias afincadas en el país desde hace varias generaciones. Los primeros tienen una susceptibilidad exagerada con respecto a no sé qué falso orgullo nacional. Los segundos son americanos desde hace tanto tiempo, que se olvidan de aparentarlo.
Pues bien, Virginia, debo confesar que no me siento aún totalmente liberada del equivalente de esa susceptibilidad, de ese falso orgullo nacional, en lo que atañe a mi sexo. ¡Quién sabe si padezco reflejos de parvenue! En todo caso, no cabe duda que soy un tanto quisquillosa a ese respecto. En cuanto la ocasión se presenta (y si no se presenta, la busco), ya estoy declarándome solidaria del sexo femenino. La actitud de algunas mujeres singulares, como Anna de Noailles, que se pasan al campo de los hombres aceptando que éstos las traten de excepciones y les concedan una situación privilegiada, siempre me ha repugnado. Esta actitud, tan elegante y tan cómoda, me es intolerable. y también a usted, Virginia.
A propósito de Charlotte Brontë y de Jane Austen, dice usted: But how impossible it must have been for them not to budge either to the right or to the left. What genius, what integrity it must have required in face of all that criticism, in the midst of that purely patriarchal society, to hold fast to the thing as they saw it without shrinking .
De todo esto retengo especialmente algunas palabras: ...it the midst of that purely patriarchal society... En un medio semejante al que pesaba sobre Charlotte Brontë y Jane Austen, hace más de cien años, comencé yo a escribir ya vivir; semejante, pero peor, Virginia.
Escribir y vivir en esas condiciones es tener cierto valor. Y tener cierto valor, cuando no se es insensible, es ya un esfuerzo que absorbe, sin darnos cuenta, todas nuestras facultades.
La deliciosa historia de la hermana de Shakespeare que de modo tan inimitable cuenta usted, es la más bella historia del mundo. Ese supuesto poeta (la hermana de Shakespeare) muerto sin haber escrito una sola línea, vive en todas nosotras, dice usted. Vive aun en aquellas que, obligadas a fregar los platos y acostar a los niños, no tienen tiempo de oír una conferencia o leer un libro. Acaso un día renacerá y escribirá. A nosotras toca el crearle un mundo en que pueda encontrar la posibilidad de vivir íntegramente, sin mutilaciones.
Yo friego bastante mal los platos y no tengo (¡ay!) niños que acostar. Pero, aunque (no seamos hipócritas) fregase los platos y acostara a los niños, siempre habría encontrado medio de emborronar papel en mis ratos perdidos -como la madre de Wells.
Y si, como usted espera, Virginia, todo esfuerzo, por oscuro que sea, es convergente y apresura el nacimiento de una forma de expresión que todavía no ha encontrado una temperatura propicia a su necesidad de florecer, vaya mi esfuerzo a sumarse al de tantas mujeres, desconocidas o célebres, como en el mundo han trabajado.
SU VOZ
jueves, 17 de septiembre de 2009
interrumpiendo su canto dulcísimo... Ofelia

“…Llegada que fue, se quitó la guirnalda, y queriendo subir a suspenderla de los pendientes ramos; se troncha un vástago envidioso, y caen al torrente fatal, ella y todos sus adornos rústicos. Las ropas huecas y extendidas la llevaron un rato sobre las aguas, semejante a una sirena, y en tanto iba cantando pedazos de tonadas antiguas, como ignorante de su desgracia, o como criada y nacida en aquel elemento. Pero no era posible que así durase por mucho espacio. Las vestiduras, pesadas ya con el agua que absorbían la arrebataron a la infeliz; interrumpiendo su canto dulcísimo, la muerte, llena de angustias”.
El accidente se transmuta en acto deliberado en el acto V, en la conversación de los sepultureros
“¿Y es la que ha de sepultarse en tierra sagrada, la que deliberadamente ha conspirado contra su propia salvación?”.
A los ojos del criticismo en general y el poético en particular, los tristes avatares de su vida, su estado delirante, y el mismo sentido lírico hacen más apetecible la tesis de la muerte suicida, más por abandono que por acción.
Tks Chica Normal.
miércoles, 16 de septiembre de 2009
Tusitala, ("el que cuenta historias"): Robert Louis Stevenson

Es autor de algunas de las historias fantásticas y de aventuras más populares, como La isla del tesoro, El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde o La flecha negra adaptadas para niños y llevadas varias veces al cine en el siglo XX. Fue importante también su obra ensayística, breve pero decisiva en lo que se refiere a la estructura de la moderna novela de peripecias.
Fue muy apreciado en su tiempo y siguió siéndolo después de su muerte. Considerado el escritor en inglés mas clásico, tuvo continuidad en autores como Joseph Conrad, Graham Green, G. K. Chesterton, H. G. Wells, y en los argentinos Bioy Casares y Jorge Luis Borges.
Stevenson, previsor, escribió su propio epitafio catorce años antes de ser enterrado en la cima del monte Vaea en Samoa, ante el mar y sobre la tierra, casi tocando el cielo:
Requiem
UNDER the wide and starry sky
Dig the grave and let me lie:
Glad did I live and gladly die,
And I laid me down with a will.
This be the verse you grave for me:
Here he lies where he long'd to be;
Home is the sailor, home from sea,
And the hunter home from the hill.
[Bajo el inmenso y estrellado cielo,/Cavad mi fosa y dejadme yacer./Alegre he vivido y alegre muero,/ Pero al caer quiero haceros un ruego./ Que pongáis sobre mi tumba este verso:/ Aquí yace donde quiso yacer;/ De vuelta del mar está el marinero,/ De vuelta del monte está el cazador.]

La isla del tesoro es una novela de aventuras escrita por el escocés Robert Louis Stevenson, publicada en libro en Londres en 1883 .



miércoles, 2 de septiembre de 2009
Express d'Orient : Agatha Christie

Después de haber resuelto un caso, Poirot viaja en el Expreso de Oriente, junto a un gran número de pasajeros (situación poco común para aquella estación del año, ya que es pleno invierno). Ocurre entonces un asesinato dentro del tren y minutos después comienza a caer una tempestad de nieve que deja preso al Oriente Express. Mientras tanto Poirot descubre que la víctima era un asesino que, envuelto en un crimen conocido como "caso Armstrong" (envolvía el secuestro y asesinato de un menor que conllevó a la muerte de la madre, al suicidio del padre y a destruir por completo la familia).
Página Agatha Christie:
http://www.agathachristie.com/

Agatha Mary Clarissa Miller Christie Mallowan DBE (15 de septiembre de 1890 – 12 de enero de 1976), conocida como Agatha Christie, fue una escritora británica de novelas de misterio. También escribió novelas románticas bajo el seudónimo de Mary Westmacott. Es conocida como la Reina del Crimen.

Expreso de Oriente es el nombre del servicio de tren de larga distancia que, en su mayor auge, unía París con Constantinopla (hoy Estambul). Desde su inauguración en 1883 hasta nuestros días, su ruta fue alterada varias veces, sea por logística o por asuntos políticos. Era considerado uno de los trenes más lujosos del mundo, con pasajeros que incluían desde millonarios burgueses hasta miembros de la aristocracia europea.
http://www.orient-express.com/
Los 7 pilares de la sabiduría: T. E. Lawrence

http://www.jordanjubilee.com/history/lawrence.htm

Al estallar la Primera Guerra Mundial, el sultán otomano Mehmed V, en su calidad de califa o cabeza del Islam, llama a sus súbditos musulmanes al yihad contra los aliados (Francia, Gran Bretaña y Rusia). Este intento, habitual por otra parte, de manipular los sentimientos religiosos de los musulmanes en favor de los intereses de las Potencias Centrales encontró resistencia en muchos árabes, que, por el contrario, vieron en el estallido del conflicto mundial una oportunidad de deshacerse de la tutela otomana.



http://nabataea.net/hejazmenu.html
martes, 1 de septiembre de 2009
The Love Song of J. Alfred Prufrock (1917) T. S. Elliot
A persona che mai tornasse al mondo,
Questa fiamma staria senza piu scosse.
Ma perciocche giammai di questo fondo
Non torno vivo alcun, s’i’odo il vero,
Senza tema d’infamia ti rispondo.
LET us go then, you and I,
When the evening is spread out against the sky
Like a patient etherised upon a table;
Let us go, through certain half-deserted streets,
The muttering retreats
Of restless nights in one-night cheap hotels
And sawdust restaurants with oyster-shells:
Streets that follow like a tedious argument
Of insidious intent
To lead you to an overwhelming question …
Oh, do not ask, “What is it?”
Let us go and make our visit.
In the room the women come and go
Talking of Michelangelo.
The yellow fog that rubs its back upon the window-panes,
The yellow smoke that rubs its muzzle on the window-panes
Licked its tongue into the corners of the evening,
Lingered upon the pools that stand in drains,
Let fall upon its back the soot that falls from chimneys,
Slipped by the terrace, made a sudden leap,
And seeing that it was a soft October night,
Curled once about the house, and fell asleep.
And indeed there will be time
For the yellow smoke that slides along the street,
Rubbing its back upon the window-panes;
There will be time, there will be time
To prepare a face to meet the faces that you meet;
There will be time to murder and create,
And time for all the works and days of hands
That lift and drop a question on your plate;
Time for you and time for me,
And time yet for a hundred indecisions,
And for a hundred visions and revisions,
Before the taking of a toast and tea.
In the room the women come and go
Talking of Michelangelo.
And indeed there will be time
To wonder, “Do I dare?” and, “Do I dare?”
Time to turn back and descend the stair,
With a bald spot in the middle of my hair—
[They will say: “How his hair is growing thin!”]
My morning coat, my collar mounting firmly to the chin,
My necktie rich and modest, but asserted by a simple pin—
[They will say: “But how his arms and legs are thin!”]
Do I dare
Disturb the universe?
In a minute there is time
For decisions and revisions which a minute will reverse.
...
And in short, I was afraid.
The waste land: T.S. Elliot

il miglior fabbro
Abril, el más cruel entre los meses,
Hace que nazcan lilas en la tierra muerta,
Mezcla recuerdos y deseos, sacude
Raíces perezosas con lluvias vemales.
El invierno nos puso los abrigos, cubriendo
La tierra de olvidada nieve, alimentando
Una mezquina vida con inertes tubérculos.
Nos sorprendió el verano, soltándose sobre el Stambergersee
Con un chubasco; hicimos alto en la columnata
Y cruzamos después el Hofgarten, bañados por el sol.
Y tomamos café y platicamos una hora.
...
Ciudad irreal,
Bajo la parda niebla de una alborada de invierno,
Tal multitud cruzaba por el Puente de Londres,
Que nunca hubiera yo creído que fueran tantos los que la muerte se llevara.
A veces emitían breves suspiros,
Cada quien con la vista clavada delante de sus pies.
Cuesta arriba, luego calle King William abajo,

Hacia donde Saint Mary Woolnoth santifica las horas
Con un sonido al final de la novena campanada.
Allí vi a un conocido, y lo detuve gritándole: “iStetson!”
¡Tú, que estabas conmigo en los barcos de Mylae!
¿Aquel cadáver que plantaste el año pasado en tu jardín,
Ha comenzado a retoñar? ¿Florecerá este año?
¿O la inesperada escarcha remueve su arriate?
Oh, aparta de allí al perro, que es amigo de los hombres,
Pues si no, ¡lo desenterrará de nuevo con sus uñas!
¡Tú, hypocryte lecteur! -mon sembable- mon frère!”
Thomas Stearns Eliot, conocido como T. S. Eliot(St. Louis, Missouri, 26 de septiembre de 1888 - Londres, 4 de enero de 1965) fue un poeta, dramaturgo y crítico anglo-estadounidense. Representó una de las cumbres de la poesía en lengua inglesa del siglo XX. En 1948 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura. Eliot nació en los Estados Unidos y se trasladó al Reino Unido en 1914, con 25 años. Se hizo ciudadano británico en 1927, con 39. Acerca de su nacionalidad y del papel de ésta en su trabajo, afirmó: «[Mi poesía] no hubiese sido la misma si hubiese nacido en Inglaterra, y tampoco si hubiese permanecido en Estados Unidos. Es una combinación de cosas. Pero en sus fuentes, en sus corrientes emocionales, viene de Estados Unidos.»
domingo, 30 de agosto de 2009
Las olas: Viginia Woolf

Fue redescubierta durante la década de 1970, gracias a su ensayo Una habitación propia, uno de los textos más citados del movimiento feminista, que expone las dificultades de las mujeres para consagrarse a la escritura en un mundo dominado por los hombres.
Desde que se publicara en 1931, Las olas ha sido considerada una de las obras capitales de la narrativa del siglo XX, tanto por la original e hipnótica belleza de su prosa como por la perfección de su revolucionaria técnica y, con el paso de los años, su influencia en la literatura contemporánea ha ido acrecentándose. La novela desarrolla, al compás del batir de las olas en la playa, seis monólogos interiores que, como un tapiz a cada instante tejido y destejido, formulan el relato caleidoscópico de la vida de seis personajes desde su infancia hasta la vejez.
Virginia Woolf, su autora, y varios críticos, insistieron en comprar su obra a la de Joyce por el empleo de la “técnica” stream of consciousness, el fluir de la conciencia.
jueves, 27 de agosto de 2009
Y todos se llamaban...Robinsonnn




A esa región de mí...Alice en el país de las maravillas

El cuento está lleno de alusiones satíricas a los amigos de Dodgson, la educación inglesa y temas políticos de la época. El país de las maravillas que se describe en la historia es fundamentalmente creado a través de juegos con la lógica. En esta obra aparecen algunos de los personajes más famosos de Carroll, como el Conejo Blanco, el Sombrerero, el Gato de Cheshire o la Reina de Corazones; quienes han cobrado importancia suficiente para ser reconocidos fuera del mundo de Alicia.
http://www.guiascostarica.com/alicia/Alicia empezaba ya a cansarse de estar sentada con su hermana a la orilla del río, sin tener nada que hacer: había echado un par de ojeadas al libro que su hermana estaba leyendo, pero no tenía dibujos ni diálogos. «¿Y de qué sirve un libro sin dibujos ni diálogos?», se preguntaba Alicia.
Así pues, estaba pensando (y pensar le costaba cierto esfuerzo, porque el calor del día la había dejado soñolienta y atontada) si el placer de tejer una guirnalda de margaritas la compensaría del trabajo de levantarse y coger las margaritas, cuando de pronto saltó cerca de ella un Conejo Blanco de ojos rosados.
No había nada muy extraordinario en esto, ni tampoco le pareció a Alicia muy extraño oír que el conejo se decía a sí mismo: «¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Voy a llegar tarde!» (Cuando pensó en ello después, decidió que, desde luego, hubiera debido sorprenderla mucho, pero en aquel momento le pareció lo más natural del mundo). Pero cuando el conejo se sacó un reloj de bolsillo del chaleco, lo miró y echó a correr, Alicia se levantó de un salto, porque comprendió de golpe que ella nunca había visto un conejo con chaleco, ni con reloj que sacarse de él, y, ardiendo de curiosidad, se puso a correr tras el conejo por la pradera, y llegó justo a tiempo para ver cómo se precipitaba en una madriguera que se abría al pie del seto.
Un momento más tarde, Alicia se metía también en la madriguera, sin pararse a considerar cómo se las arreglaría después para salir.
jueves, 13 de agosto de 2009
Musters/ Hudson

Editorial ELEFANTE BLANCO
http://199.236.85.244/indexpat.htm
La Patagonia ejerció siempre un atractivo especial para los grandes viajeros de los siglos pasados. Sus dilatadas y desiertas extensiones, lo inhóspito de su paisaje, sus legendarios habitantes, eran una terra incognita que actuaba a la manera de un poderoso imán sobre los aventureros, los exploradores, los investigadores.En su Vida entre los Patagones nos relata George Ch. Musters la increíble travesía que realizara a lo largo y a lo ancho de la Patagonia, formando parte del viaje al norte de una tribu tehuelche los famosos patagones- compartiendo sus toldos, sus comidas, sus cacerías, sus escaramuzas guerreras, en una experiencia inédita, en cuyo transcurso fue considerado por los indios como un amigo o un hermano, retribuyéndoles el inglés el afecto y la estima que los indígenas le brindaron. Esta experiencia dio origen a este libro, en el que narra sus aventuras en un relato que supera las creaciones de la más rica imaginación.Este viaje hizo acreedor al viajero inglés de los calificativos de the IGng of Patagonia, el Livingstone sudamericano, y el Marco Polo de la Patagonia.
En abril de 1869 se encontraba en las Islas Malvinas, en un viaje por motivos comerciales. Había leído sobre viajes de la Beagle y ello le despertó un fuerte deseo de penetrar en el entonces poco conocido interior de la Patagonia continental. Para ello debía unir Punta Arenas con Carmen de Patagones, no por la costa, zona conocida, sino por el interior, siguiendo la antigua senda indígena paralela a los contrafuertes andinos, que coincidían en algunos tramos con el trazado de la actual ruta 40.
Partió de las Malvinas con destino a Punta Arenas, portando cartas de recomendación para Piedrabuena en la Isla Pavón y para el comandante Murga en Patagones. En abril de 1869, desde Punta Arenas partió como agregado en una partida despachada por el gobernador Viel, siguiendo los caminos indígenas. Después de nueve días de cabalgar, llegaron frente a la Isla Pavón, el 27 de abril.
Allí se encontró con un conocido de las Malvinas, Mr. Clarke. Piedrabuena estaba ausente, pero su amigo apoyó decididamente sus planes y lo puso en contacto con los caciques Casimiro y Orkeke.
El 8 de agosto, partió hacia el norte, agregado a la familia del tehuelche Orkeke, después de convencerlo con palabras y con hechos de que podía cuidar por sí solo a su caballo y bastarse en general a sí mismo, así como tomar parte en cualquier cosa que se hiciera, hasta dormir al raso sin más abrigo que una manta de guanaco.
Integraban la caravana indios e indias de todas las edades, con la indumentaria para recorrer un trayecto donde no encontrarían ninguna población, sólo paraderos llamados "aiken" por los tehuelches, lugar donde había carne, agua, pasto y leña.
Componían la partida indios capitaneados por Orkeke, su hermano Tankelow y entre otros Waki, hombre fornido y bondadoso con quien Muster hizo una gran amistad. En total dieciocho tehuelches con un número similar de mujeres y niños y algunos chilenos desertores.
Durante los primeros trayectos se sucedieron diversos acontecimientos que le dieron oportunidad a Muster de conocer diversos pormenores de la vida indígena que anotó cuidadosamente en su cuaderno. Algunos muy pintorescos, por ejemplo: Orkeke no tenía hijos, de modo que su amor paternal lo dedicaba a su perrito de nombre "Ako". En su calidad de hijo adoptivo, el perro poseía tropilla propia. En las inmediaciones del río Pinturas el cacique, al ver que el caballo de Muster estaba muy cansado, le sugirió que le pidiera prestado uno a "Ako". Interrogado el perro, como no respondió, se dio por descontada su conformidad. Otro episodio sucedió en un lugar llamado "Gegel", ubicado en el límite entre Santa Cruz y Chubut. Muster estuvo a punto de casarse con una linda tehuelche, pero desistió porque la muchacha era tehuelche meridional y por lo tanto opositora de Orkeke, que era septentrional. Como ambos bandos a veces se enfrentaban y Muster vivía en la vivienda del cacique, optó por mantenerse fiel a su protector. Además el padre de la novia le pidió su arma como dote y Muster no estaba dispuesto a entregarla.
En los primeros días de enero de 1870, Muster y los tehuelches se encontraban en las inmediaciones de Teckel. A partir de allí, el inglés continuó su viaje, agregado a la familia del cacique Casimiro, durmiendo en su tienda. El 22 de marzo la caravana pasó por Pilcaniyeu. A comienzo de abril, arribaron al País de las Manzanas, reino de Sayhueque, ubicado en las cercanías de la desembocadura del río Caleufú en el Collón Cura. Después de dos semanas, partieron hacia el este, con destino a Carmen de Patagones. El 9 de marzo llegaron a Margensho, paradero ubicado a cinco kilómetros al oeste de Maquinchao, según Casamiquela. Desde ese lugar, fue despachado Muster en calidad de chasque a Patagones, cargo de alto honor entre los indios. Con dos indios de compañía, su misión era llevar una carta al gobernador de Viedma y debía esperarlo en Patagones, adonde iría acompañado con su tribus.
Después de haber recorrido 2.750 kilómetros, llegó a Patagones. Todo su viaje apareció descrito con gran elocuencia en sus libros "Vida entre los Patagones" y "Un año de viaje en territorios pocos frecuentados, desde el Estrecho de Magallanes hasta el Río Negro". En ellos quedaron plasmadas costumbres, curiosidades, rituales y un vocabulario tehuelche; además información acerca de la geología, orografía, hidrografía, la fauna y flora interior, inéditas hasta ese momento.
Desde Patagones, una vez cumplida su misión, se embarcó, llegando en agosto a Buenos Aires. En octubre llegó a Londres, donde tuvo oportunidad de relatar su increíble aventura.

Un importante lago de la provincia de Chubut lleva su nombre.
Mucho se ha especulado acerca de los verdaderos motivos de su viaje a través de la Patagonia. Resulta sospechoso que un oficial de la marina inglesa, en un viaje de negocios, interrumpa éstos por un año entero para recorrer un país desconocido. Por otra parte, analizando que los establecimientos de los ingleses se ubicaron en los mejores lugares de la Patagonia, no parece aventurado pensar que estas elecciones hayan sido fruto de su viaje. También es sugestiva la frase que publicó el "Time" el 29 de enero de 1879, al dar cuenta de su fallecimiento: "Con su muerte el país ha perdido un servidor fiel y capaz y la ciencia un empeñoso explorador".
Esta obra se publicó por primera vez en 1885, en dos pequeños volúmenes que llevaban el enigmático título de La tierra purpúrea que Inglaterra perdió. Las divertidas aventuras que en ella se describen nos llevan a aquel período en que la Banda Oriental se hallaba aún en el mismo estado que en la época colonial, cuando el sitio de los diez años de la ciudad de Montevideo no era algo remoto y muchas de las personas que uno encontraba habían tomado parte en el mismo.
William Henry Hudson nació en la provincia de Buenos Aires, en 1841. Sus padres habían venido a la Argentina en 1833, donde William vio la luz, en la finca Los Venticinco Ombúes, en el partido de Quilmes. Cuando tenía cinco años la familia se trasladó a Chascomús, donde el padre estableció una pulpería, en la finca Las Acacias. La caida de Rosas trajo tiempos difíciles para la familia, al regresar del exilio los propietarios de Las Acacias, los Hudson debieron regresar a Los Veinticinco Ombúes, donde poco tiempo después murió la madre. William Henry enfermó de fiebre reumática, mal que, además de tenerlo entre la vida y la muerte durante buen tiempo, dejaría a su corazón secuelas de por vida.
Hudson siempre consideró a Inglaterra como su verdadera patria, y hacia allá partió a los 32 años.
En ese país se casó, en 1876, con la dueña de la pensión en la que vivia, Emily Wingrave.
Su primera obra de envergadura, The Purple Land that England lost, vio la luz en 1885. A esta la siguieron entre otras A Crystal Age, Ralph Herne, Argentine Ornitology, The Naturalist in La Plata, Idle Days in Patagonia, Birds in London y Far away and long ago.
Hudson murió en Londres, el 18 de agosto de 1922.