Editorial ELEFANTE BLANCO
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La Patagonia ejerció siempre un atractivo especial para los grandes viajeros de los siglos pasados. Sus dilatadas y desiertas extensiones, lo inhóspito de su paisaje, sus legendarios habitantes, eran una terra incognita que actuaba a la manera de un poderoso imán sobre los aventureros, los exploradores, los investigadores.En su Vida entre los Patagones nos relata George Ch. Musters la increíble travesía que realizara a lo largo y a lo ancho de la Patagonia, formando parte del viaje al norte de una tribu tehuelche los famosos patagones- compartiendo sus toldos, sus comidas, sus cacerías, sus escaramuzas guerreras, en una experiencia inédita, en cuyo transcurso fue considerado por los indios como un amigo o un hermano, retribuyéndoles el inglés el afecto y la estima que los indígenas le brindaron. Esta experiencia dio origen a este libro, en el que narra sus aventuras en un relato que supera las creaciones de la más rica imaginación.Este viaje hizo acreedor al viajero inglés de los calificativos de the IGng of Patagonia, el Livingstone sudamericano, y el Marco Polo de la Patagonia.
En abril de 1869 se encontraba en las Islas Malvinas, en un viaje por motivos comerciales. Había leído sobre viajes de la Beagle y ello le despertó un fuerte deseo de penetrar en el entonces poco conocido interior de la Patagonia continental. Para ello debía unir Punta Arenas con Carmen de Patagones, no por la costa, zona conocida, sino por el interior, siguiendo la antigua senda indígena paralela a los contrafuertes andinos, que coincidían en algunos tramos con el trazado de la actual ruta 40.
Partió de las Malvinas con destino a Punta Arenas, portando cartas de recomendación para Piedrabuena en la Isla Pavón y para el comandante Murga en Patagones. En abril de 1869, desde Punta Arenas partió como agregado en una partida despachada por el gobernador Viel, siguiendo los caminos indígenas. Después de nueve días de cabalgar, llegaron frente a la Isla Pavón, el 27 de abril.
Allí se encontró con un conocido de las Malvinas, Mr. Clarke. Piedrabuena estaba ausente, pero su amigo apoyó decididamente sus planes y lo puso en contacto con los caciques Casimiro y Orkeke.
El 8 de agosto, partió hacia el norte, agregado a la familia del tehuelche Orkeke, después de convencerlo con palabras y con hechos de que podía cuidar por sí solo a su caballo y bastarse en general a sí mismo, así como tomar parte en cualquier cosa que se hiciera, hasta dormir al raso sin más abrigo que una manta de guanaco.
Integraban la caravana indios e indias de todas las edades, con la indumentaria para recorrer un trayecto donde no encontrarían ninguna población, sólo paraderos llamados "aiken" por los tehuelches, lugar donde había carne, agua, pasto y leña.
Componían la partida indios capitaneados por Orkeke, su hermano Tankelow y entre otros Waki, hombre fornido y bondadoso con quien Muster hizo una gran amistad. En total dieciocho tehuelches con un número similar de mujeres y niños y algunos chilenos desertores.
Durante los primeros trayectos se sucedieron diversos acontecimientos que le dieron oportunidad a Muster de conocer diversos pormenores de la vida indígena que anotó cuidadosamente en su cuaderno. Algunos muy pintorescos, por ejemplo: Orkeke no tenía hijos, de modo que su amor paternal lo dedicaba a su perrito de nombre "Ako". En su calidad de hijo adoptivo, el perro poseía tropilla propia. En las inmediaciones del río Pinturas el cacique, al ver que el caballo de Muster estaba muy cansado, le sugirió que le pidiera prestado uno a "Ako". Interrogado el perro, como no respondió, se dio por descontada su conformidad. Otro episodio sucedió en un lugar llamado "Gegel", ubicado en el límite entre Santa Cruz y Chubut. Muster estuvo a punto de casarse con una linda tehuelche, pero desistió porque la muchacha era tehuelche meridional y por lo tanto opositora de Orkeke, que era septentrional. Como ambos bandos a veces se enfrentaban y Muster vivía en la vivienda del cacique, optó por mantenerse fiel a su protector. Además el padre de la novia le pidió su arma como dote y Muster no estaba dispuesto a entregarla.
En los primeros días de enero de 1870, Muster y los tehuelches se encontraban en las inmediaciones de Teckel. A partir de allí, el inglés continuó su viaje, agregado a la familia del cacique Casimiro, durmiendo en su tienda. El 22 de marzo la caravana pasó por Pilcaniyeu. A comienzo de abril, arribaron al País de las Manzanas, reino de Sayhueque, ubicado en las cercanías de la desembocadura del río Caleufú en el Collón Cura. Después de dos semanas, partieron hacia el este, con destino a Carmen de Patagones. El 9 de marzo llegaron a Margensho, paradero ubicado a cinco kilómetros al oeste de Maquinchao, según Casamiquela. Desde ese lugar, fue despachado Muster en calidad de chasque a Patagones, cargo de alto honor entre los indios. Con dos indios de compañía, su misión era llevar una carta al gobernador de Viedma y debía esperarlo en Patagones, adonde iría acompañado con su tribus.
Después de haber recorrido 2.750 kilómetros, llegó a Patagones. Todo su viaje apareció descrito con gran elocuencia en sus libros "Vida entre los Patagones" y "Un año de viaje en territorios pocos frecuentados, desde el Estrecho de Magallanes hasta el Río Negro". En ellos quedaron plasmadas costumbres, curiosidades, rituales y un vocabulario tehuelche; además información acerca de la geología, orografía, hidrografía, la fauna y flora interior, inéditas hasta ese momento.
Desde Patagones, una vez cumplida su misión, se embarcó, llegando en agosto a Buenos Aires. En octubre llegó a Londres, donde tuvo oportunidad de relatar su increíble aventura.
En 1878 fue nombrado cónsul en Mozambique. Pocos días antes de partir hacia su nuevo destino falleció repentinamente el 25 de enero de 1879, a los 38 años.
Un importante lago de la provincia de Chubut lleva su nombre.
Mucho se ha especulado acerca de los verdaderos motivos de su viaje a través de la Patagonia. Resulta sospechoso que un oficial de la marina inglesa, en un viaje de negocios, interrumpa éstos por un año entero para recorrer un país desconocido. Por otra parte, analizando que los establecimientos de los ingleses se ubicaron en los mejores lugares de la Patagonia, no parece aventurado pensar que estas elecciones hayan sido fruto de su viaje. También es sugestiva la frase que publicó el "Time" el 29 de enero de 1879, al dar cuenta de su fallecimiento: "Con su muerte el país ha perdido un servidor fiel y capaz y la ciencia un empeñoso explorador".
Esta obra se publicó por primera vez en 1885, en dos pequeños volúmenes que llevaban el enigmático título de La tierra purpúrea que Inglaterra perdió. Las divertidas aventuras que en ella se describen nos llevan a aquel período en que la Banda Oriental se hallaba aún en el mismo estado que en la época colonial, cuando el sitio de los diez años de la ciudad de Montevideo no era algo remoto y muchas de las personas que uno encontraba habían tomado parte en el mismo.
William Henry Hudson nació en la provincia de Buenos Aires, en 1841. Sus padres habían venido a la Argentina en 1833, donde William vio la luz, en la finca Los Venticinco Ombúes, en el partido de Quilmes. Cuando tenía cinco años la familia se trasladó a Chascomús, donde el padre estableció una pulpería, en la finca Las Acacias. La caida de Rosas trajo tiempos difíciles para la familia, al regresar del exilio los propietarios de Las Acacias, los Hudson debieron regresar a Los Veinticinco Ombúes, donde poco tiempo después murió la madre. William Henry enfermó de fiebre reumática, mal que, además de tenerlo entre la vida y la muerte durante buen tiempo, dejaría a su corazón secuelas de por vida.
Hudson siempre consideró a Inglaterra como su verdadera patria, y hacia allá partió a los 32 años.
En ese país se casó, en 1876, con la dueña de la pensión en la que vivia, Emily Wingrave.
Su primera obra de envergadura, The Purple Land that England lost, vio la luz en 1885. A esta la siguieron entre otras A Crystal Age, Ralph Herne, Argentine Ornitology, The Naturalist in La Plata, Idle Days in Patagonia, Birds in London y Far away and long ago.
Hudson murió en Londres, el 18 de agosto de 1922.
que precioso blog.
ResponderEliminarGracias!
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