Por los mares azules de los atlas y por los grandes mares del mundo. Por el Támesis, por el Ródano y por el Arno. Por las raíces de un lenguaje de hierro. Por una pira sobre un promontorio del Báltico, helmun behongen. Por los noruegos que atraviesan el claro río , en alto los escudos. Por una nave de Noruega, que mis ojos no vieron. Por una vieja piedra del Althing. Por una curiosa isla de cisnes. Por un gato de Manhattan. Por Kim y por su lama escalando las rodillas de la montaña. Por el pecado de soberbia del samurai. Por el Paraíso en un muro. Por el acorde que no hemos oído, por los versos que no nos encontraron (su número es el número de la arena ), por el inexplorado universo. Por la memoria de Leonor Acevedo. Por Venecia de cristal y crepúsculo.
Por la que usted será; por la que acaso no entenderé.
Por todas estas cosas dispares, que son tal vez, como presentía Spinoza, meras figuraciones y facetas de una sola cosa infinita, le dedico a usted este libro, María Kodama.
Por la que usted será; por la que acaso no entenderé.
Por todas estas cosas dispares, que son tal vez, como presentía Spinoza, meras figuraciones y facetas de una sola cosa infinita, le dedico a usted este libro, María Kodama.
J.L.B.
Buenos Aires, 23 de agosto de 1977.
De Historia de la noche
Jules
ResponderEliminarQué hermosa dedicatoria: por los mares del mundo; por una pira sobre un promotorio del Mar Báltico... me encantó.
Abrazos marítimos
A mí también me parace bellísima...quién pudiera recibir dedicatorias así...
ResponderEliminarsaludos.