Esta correspondencia entre un jovencísimo Juan Rulfo y su entonces novia Clara Aparicio Reyes, fechada entre 1945 y 1950, incita a repasar el milagro de su literatura: intensidad y lucidez, ironía y profundidad. En estas cartas Rulfo hace alusión a su obra incipiente, a su pasión por la fotografía y a sus inquietudes artísticas e intelectuales, al mismo tiempo que nos descubre también el curioso lado confesional de su escritura y la evolución sentimental del recién llegado a una ciudad devoradora.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Qué foto más fantástica, Jules.
ResponderEliminarHuy qué pena, pero no conozco ese volumen de cartas.
Ay pues corra a comprarlo que seguro se agota!! jajaj
ResponderEliminarYo lo tengo justo aquí adelante mío, y es una hermosura. Este Juan sí que era romántico de veras.