¿Cuántas horas de la vida viviremos o valdrá la pena haber vivido? Equivaldrán a la vida de un perro o de un caballo, se me ocurre, pero ¿qué se entiende por vivir? Si yo lo supiera, ¿me dedicaría a vivir?
Cuando ella lava los platos, ¿quién es? Ni siquiera lo sabe. Retuerce en cualquier trapo de rejilla el cuello de alguien. Consejo: no usar trapos de rejilla porque inducen al crimen. Qué bien lo comprendo.
...La imagen indescifrable es mi yo inasible. No podría hablar de esa imagen sin volverme la más grande escritora de todas las épocas, ya que un tema tan sutil y misterioso no puede expresarse con palabras. La necesidad de expresarla nace de la angustia de no poder hacerlo y de saber que nunca podría hacerlo...
Dios mío, perdóname por haber escrito tantas inútiles palabras . Sólo quise llenar el silencio que adoro.
Cuando ella lava los platos, ¿quién es? Ni siquiera lo sabe. Retuerce en cualquier trapo de rejilla el cuello de alguien. Consejo: no usar trapos de rejilla porque inducen al crimen. Qué bien lo comprendo.
...La imagen indescifrable es mi yo inasible. No podría hablar de esa imagen sin volverme la más grande escritora de todas las épocas, ya que un tema tan sutil y misterioso no puede expresarse con palabras. La necesidad de expresarla nace de la angustia de no poder hacerlo y de saber que nunca podría hacerlo...
Dios mío, perdóname por haber escrito tantas inútiles palabras . Sólo quise llenar el silencio que adoro.
Están, también, los pequeños instantes de la memoria y una vaga autobiografía. Son como chispazos, son leves, se escurren. “Silvina Ocampo no llevó sostenidamente un diario íntimo ni escribió un libro de memorias. Prefirió, en todo caso, dispersar en sus obras una imagen de sí misma, esa figura del tapiz que (...) nunca termina de revelar su trama”.
Cuando la ciudad duerme ella continúa tejiendo y destejiendo en un mismo movimiento. Le basta escribir imágenes de sí misma claras, contradictorias, precisas y borrosas a la vez: como si jugara, como si nunca abandonara definitivamente la niñez, ni siquiera siendo la hacedora de palabras que conjuga tradiciones propias y ajenas para destilar su propia lengua. Y, sin embargo, la reescritura infinita dice, también, que nada, ni siquiera la palabra es definitiva. Nada se dice de una vez.
Artículo
Cuando la ciudad duerme ella continúa tejiendo y destejiendo en un mismo movimiento. Le basta escribir imágenes de sí misma claras, contradictorias, precisas y borrosas a la vez: como si jugara, como si nunca abandonara definitivamente la niñez, ni siquiera siendo la hacedora de palabras que conjuga tradiciones propias y ajenas para destilar su propia lengua. Y, sin embargo, la reescritura infinita dice, también, que nada, ni siquiera la palabra es definitiva. Nada se dice de una vez.
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La necesidad de expresarla nace de la angustia de no poder hacerlo y de saber que nunca podría hacerlo...
ResponderEliminarUff, qué duro (y maravilloso, a la vez), es esto.
Saludos
concuerdo con marichuy che, de todas las cosas escritas ahi, eso fue lo que mas me gusto, si es que esa gustar es la palabra que se tendria que decir en estos casos, bueno ustedes entienden...
ResponderEliminarun abrazo
cuántas cosas que liberan las palabras. creo yo que bajarlas, sacarlas, dejarlas volar, es el único camino para avanzar. besos!
ResponderEliminarEs como la vida: una reescritura nunca definitiva, siempre en borrador, nunca expresada en toda su magnitud.
ResponderEliminarLa lucha por la existencia, que nunca debe darse como sobreentendida.
Extraordinario, Ju.