domingo, 3 de enero de 2010

El árbol de lilas

UNO

Él se sentó a esperar bajo la sombra de un árbol florecido de lilas.

Ilustración de Liliana Menéndez

Pasó un señor rico y le preguntó: ¿Qué hace sentado bajo este árbol, en vez de trabajar y hacer dinero?

Y el hombre le contestó:
Espero.

Ilustración de Liliana Menéndez

Pasó una mujer hermosa y le preguntó: ¿Qué hace sentado bajo este árbol, en vez de conquistarme?

Y el hombre le contestó:
Espero.

Ilustración de Liliana Menéndez
Ilustración de Liliana Menéndez

Pasó un niño y le preguntó: ¿Qué hace Usted, señor, sentado bajo este árbol, en vez de jugar?

Y el hombre le contestó:
Espero.

Pasó la madre y le preguntó: ¿Qué hace este hijo mío, sentado bajo un árbol, en vez de ser feliz?

Y el hombre le contestó:
Espero.

DOS

Ella salió de su casa.

Cruzó la calle, atravesó la plaza y pasó junto al árbol florecido de lilas.

Miró rápidamente al hombre.

Al árbol.

Pero no se detuvo.

Había salido a buscar, y tenía prisa.

El la vio pasar,
alejarse,
volverse pequeña,
desaparecer.
Y se quedó mirando el suelo nevado de lilas.

Ella fue por el mundo a buscar.
Por el mundo entero.

Ilustración de Liliana Menéndez

En el Este había un hombre con las manos de seda.
Ella preguntó:

¿Sos el que busco?
Lo siento, pero no,

dijo el hombre con las manos de seda.
Y se marchó.

En el Norte había un hombre con los ojos de agua.
Ella preguntó:

¿Sos el que busco?
No lo creo, me voy,

dijo el hombre con los ojos de agua.
Y se marchó.

En el Oeste había un hombre con los pies de alas.
Ella preguntó:

¿Sos el que busco?
Te esperaba hace tiempo, ahora no,

dijo el hombre con los pies de alas.
Y se marchó.

En el Sur había un hombre con la voz quebrada.
Ella preguntó:

¿Sos el que busco?
No, no soy yo,

dijo el hombre con la voz quebrada.
Y se marchó.

TRES

Ella siguió por el mundo buscando, por el mundo entero.
Una tarde, subiendo una cuesta, encontró a una gitana.
La gitana la miró y le dijo:

El que buscas espera, bajo un árbol, en una plaza.

Ella recordó al hombre con los ojos de agua, al que tenía las manos de seda, al de los pies de alas y al que tenía la voz quebrada.
Y después se acordó de una plaza, de un árbol que tenía flores lilas, y del hombre que estaba sentado a su sombra.

Ilustración de Liliana Menéndez

Entonces se volvió sobre sus pasos, bajó la cuesta, y atravesó el mundo. El mundo entero.
Llegó a su pueblo, cruzó la plaza, caminó hasta el árbol y le preguntó al hombre que estaba sentado a su sombra:

¿Qué hacés aquí, sentado bajo este árbol?

Ilustración de Liliana Menéndez

Y el hombre dijo con la voz quebrada:

Te espero.

Después él levantó la cabeza y ella vio que tenía los ojos de agua,
la acarició y ella supo que tenía las manos de seda,
la llevó a volar y ella supo que tenía también los pies de alas.


María Teresa Andruetto
Ilustraciones de Liliana Menéndez

4 comentarios:

  1. Y a menudo pasa, que no es necesario cruzar llanuras, cordilleras y mares para encontrar al amor. Pues si este ha de ser, puede que se encuentre, no a la vuelta del mundo... sino tan sólo al otro lado de la plaza.

    Bella historia y grandes ilustraciones

    ResponderEliminar
  2. No sé si han de ser de agua o de cielo, pero los ojos tienen que saber ver.
    Si no, la vida se acaba esperando y recorriendo el mundo.

    ResponderEliminar
  3. Si, creo que la clave del asunto es ese: saber "ver", y también detenerse a ver...demasiadas veces se anda a los apurones o en asuntos que impiden tener los ojos atentos.

    Abrazos!

    ResponderEliminar
  4. justo hoy!!!!! mira vos que bien me vino leer este cuentito che, justo el golpe el clavo, yo que espero y espero.


    un abrazo ju y feliz año nuevo....

    matias

    ResponderEliminar