Lisa See Salamandra
317 páginas
Hubo una vez en China un lenguaje secreto inventado y hablado exclusivamente por mujeres. Escritura robada, deformada y liberada de la letra masculina para tender lazos en un horizonte donde nacer mujer era decepcionar a los padres, no tener turno ni voz, contener la respiración a merced de un buen matrimonio, cobijarse luego bajo las órdenes de una suegra dominante y decepcionarse como todas ante cada parto que diera como resultado otra mujer.
La escritora Lisa See viajó a la provincia de Huan, cuna de este idioma ya perdido, y alcanzó a conocer a la última hablante del nu shu. A partir de la recolección de testimonios y de una investigación histórica sobre la condición femenina en la China Imperial, la autora, ella misma descendiente por parte paterna de una familia china, ha construido esta novela sobre la amistad, una forma de amor entre dos mujeres que hablaron el mismo idioma. Así que cuando el personaje narre cada episodio de su vida cotidiana, se podrá percibir a See, escritora americana y contemporánea, provocando la reflexión y la metáfora con la cuestión de género en Occidente.
Entre las complejas reglas que regían en el siglo XIX, todos los intercambios –los prometidos se veían las caras pocas horas antes de la boda–, había una que determinaba la amistad entre dos niñas especiales, cuyas estrellas coincidieran. Las “almas gemelas” estaban destinadas a amarse, guardar secretos, intercambiar poesías, trabajar por el bienestar de la otra y jamás decirse palabras crueles.
Por eso ahora que Lirio Blanco ya no está y es tarde para reparar malentendidos, la ya anciana y viuda Flor de Nieve decide escribir sus memorias. Ha pedido que cuando se muera las quemen, para que las palabras lleguen junto con ella, ante su amiga, la única que importa. Estos recuerdos capaces de reparar en miradas, maneras de peinarse o de recoger flores, van armando una trama apasionante y elegíaca a la vez. A la palabra amistad se le han puesto casi todos los adjetivos posibles. Lisa See, con esta historia, ha conseguido ponerle al lado, muy cerca, la palabra “inquietante”.
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