Doris Lessing (nacida en Kermanshah, Persia, actualmente Irán, el 22 de octubre de 1919), es una escritora británica, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2007.
Cuando contaba seis años, su familia, atraída por las promesas de hacer fortuna cultivando maíz, tabaco y cereales, se trasladó a Rhodesia, antigua colonia inglesa, hoy Zimbabwe, donde pasó su infancia y juventud.
Los recuerdos de esa época son ambivalentes: por un lado, la educación estricta y severa de su madre; por otro, aquellos momentos en los que, en compañía de su hermano Henry, disfrutaba y descubría la naturaleza. También descubrió la discriminación racial.Cuando contaba seis años, su familia, atraída por las promesas de hacer fortuna cultivando maíz, tabaco y cereales, se trasladó a Rhodesia, antigua colonia inglesa, hoy Zimbabwe, donde pasó su infancia y juventud.
En lucha constante con su madre y deseando huir de su autoritarismo, Doris abandonó, a los trece años, sus estudios y los prosiguió de manera autodidacta, y comenzó a trabajar como auxiliar de clínica. Frustrada por los desengaños de algunas aventuras amorosas pasajeras, empezó a escribir sus primeras novelas plagadas de fantasmas. Fueron pequeñas historias, de las cuales vendió dos a unas revistas sudafricanas.
A los 18 años se trasladó a Salisbury, donde trabajó como telefonista. En 1939, cuando tenía 19 años, se casó con un funcionario, Frank Wisdom, con el que tuvo dos hijos. En 1943 se divorció y se unió a un grupo de ideas comunistas. En 1944 se casó con Gottfried Lessing, del que tomó su apellido y con quien tuvo a su tercer hijo.
A los 36 años, junto con su hijo, volvió a Londres e inició su carrera como escritora. Un año después publicó su novela: "Canta la hierba".
http://www.dorislessing.org/
La obra de Doris Lessing tiene mucho de autobiografía, inspirándose en su experiencia africana, en su infancia, en sus desengaños sociales y políticos. Los temas plasmados en sus novelas se centran en los conflictos culturales, las flagrantes injusticias de la desigualdad racial, la contradicción entre la conciencia individual y el bien común.
En 1956, conocidas sus críticas constantes e implacables, se le prohibió la estancia en toda África del Sur y especialmente en Rhodesia.
En 1962 publicó su novela más conocida, "El cuaderno dorado", que la catapultó a la fama, convirtiéndola en el icono de las reivindicaciones feministas.
En 1995, con 76 años, regresó a Sudáfrica para visitar a su hija y a sus nietos, y dar a conocer su autobiografía. Ironías de la historia, fue acogida con los brazos abiertos, cuando los temas que ella había tratado en sus obras habían sido la causa de su expulsión del país cuarenta años atrás.
Autora de más de cuarenta obras, y célebre desde la aparición, en 1950, de su primer libro "Canta la hierba", es considerada una escritora comprometida con las ideas liberales, pese a que ella nunca quiso dar ningún mensaje político en su obra.
Doris Lessing fue el icono de las causas marxistas, anticolonialistas, antisegregacionistas y feministas.
En 2007 recibió el Premio Nobel de Literatura por su «capacidad para transmitir la épica de la experiencia femenina y narrar la división de la civilización con escepticismo, pasión y fuerza visionaria»".
On not winning the Nobe Prize:
http://nobelprize.org/nobel_prizes/literature/laureates/2007/lessing-lecture_en.html
Prefacio
A continuación se explica cómo es la estructura de esta novela.
Tiene un armazón o marco titulado “Mujeres libres”, novela corta convencional que puede sostenerse por ella misma. Pero está dividida en cinco partes y separada por los cinco períodos de los cuatro diarios: negro, rojo, amarillo y azul. Los diarios los redacta Anna Wulf, un personaje importante en “Mujeres libres”. Lleva cuatro diarios en vez de uno, pues, como ella misma reconoce, los asuntos deben separarse unos de otros, a fin de evitar el caos, la deformidad..., el fracaso. Los diarios terminan a causa de presiones internas y externas. Se traza una gruesa raya negra que atraviesa la página, un cuaderno tras otro. Pero una vez terminados, puede surgir de sus fragmentos algo nuevo: “El cuaderno dorado”.
A través de los diarios, la gente ha polemizado, teorizado, dogmatizado, etiquetado y clasificado, a veces con palabras tan generales y representativas de la época, que resultan anónimas. Podéis ponerles nombres a la usanza de las viejas comedias morales: el señor Dogma y el señor Soy-libre-porque-no-pertenezco-a-ninguna-parte, la señorita Necesito-amor-y-felicidad y la señora Cuanto-haga-debo-hacerlo-bien, el señor ¿Dónde-hay-una-mujer-auténtica? Y la señorita ¿Dónde-hay-un-hombre-real?, el señor Estoy-loco-porque-dicen-que-lo-estoy y la señorita La-vida-es-experimentarlo-todo, el señor Hago-la-revolución-luego-existo y el señor y la señora Si-resolvemos-perfectamente-este-pequeño-problema-entonces-seguramente-podremos-olvidar-que-debemos-fijarnos-en-los-grandes. Pero todos ellos se han reflejado también los unos en los otros; tienen aspectos comunes, dan nacimiento a los pensamientos y a la conducta de unos y de otros... Son cada uno de ellos, forman totalidades. En el texto de “El cuaderno dorado”, los asuntos se han reunido, hay deformidad en el final de la fragmentación... y triunfa el segundo tema, que es el de la unidad. Anna y Saul Green, el fracaso americano. Son lunáticos, chiflados, locos, lo que queráis. Fracasan una con el otro y con los demás, y rompen con los moldes falsos que han construido a partir de su pasado. Las fórmulas y patrones que han creado para sostenerse entre sí se disuelven y cada uno oye los pensamientos del otro, uno se reconoce en la otra, en ellos mismos. Saul Green, el hombre que ha sido rencoroso y destructor para con Anna, ahora la apoya, la aconseja, le da el tema para su próximo libro, “Mujeres libres”, de título irónico. El libro comienza así: “Las dos mujeres estaban solas en el piso londinense...”. Y Anna, que ha estado celosa hasta la locura de Saul, que ha sido absorbente y exigente, le entrega el nuevo y bello diario, “El cuaderno dorado”, que previamente se había negado a darle, y le brinda también el tema para su próximo libro y le escribe la primera frase: “En Argelia, en la árida ladera de una loma, un soldado observa la luz de la luna brillar en su fusil”. En el texto de “El cuaderno dorado”, escrito por ambos, ya no podéis distinguir lo que es de Saul y lo que es de Anna, ni distinguir entre ellos y los otros personajes que aparecen en el libro.
Sobre este tema del fracaso que, a veces, cuando la gente se derrumba, es una forma de curarse a uno mismo de las falsas dicotomías y divisiones más íntimas, evidentemente que ya han escrito otros desde entonces, y también yo misma. Pero aquí es donde, aparte la vieja y extraña historia, lo hice primeramente, de manera más ruda, más próxima a la experiencia, antes de que ésta se hubiera moldeado a sí misma en pensamiento y forma, y quizá resulte más valiosa por tratarse de un material más primario.
Pero tampoco se ha dado cuenta nadie de este tema central, ya que el libro fue inmediatamente despreciado por críticos tanto amistosos como hostiles, cual si tratara de la guerra de los sexos. Las mujeres, por su parte, lo consideraron arma utilizable en dicha guerra.
Tiene un armazón o marco titulado “Mujeres libres”, novela corta convencional que puede sostenerse por ella misma. Pero está dividida en cinco partes y separada por los cinco períodos de los cuatro diarios: negro, rojo, amarillo y azul. Los diarios los redacta Anna Wulf, un personaje importante en “Mujeres libres”. Lleva cuatro diarios en vez de uno, pues, como ella misma reconoce, los asuntos deben separarse unos de otros, a fin de evitar el caos, la deformidad..., el fracaso. Los diarios terminan a causa de presiones internas y externas. Se traza una gruesa raya negra que atraviesa la página, un cuaderno tras otro. Pero una vez terminados, puede surgir de sus fragmentos algo nuevo: “El cuaderno dorado”.
A través de los diarios, la gente ha polemizado, teorizado, dogmatizado, etiquetado y clasificado, a veces con palabras tan generales y representativas de la época, que resultan anónimas. Podéis ponerles nombres a la usanza de las viejas comedias morales: el señor Dogma y el señor Soy-libre-porque-no-pertenezco-a-ninguna-parte, la señorita Necesito-amor-y-felicidad y la señora Cuanto-haga-debo-hacerlo-bien, el señor ¿Dónde-hay-una-mujer-auténtica? Y la señorita ¿Dónde-hay-un-hombre-real?, el señor Estoy-loco-porque-dicen-que-lo-estoy y la señorita La-vida-es-experimentarlo-todo, el señor Hago-la-revolución-luego-existo y el señor y la señora Si-resolvemos-perfectamente-este-pequeño-problema-entonces-seguramente-podremos-olvidar-que-debemos-fijarnos-en-los-grandes. Pero todos ellos se han reflejado también los unos en los otros; tienen aspectos comunes, dan nacimiento a los pensamientos y a la conducta de unos y de otros... Son cada uno de ellos, forman totalidades. En el texto de “El cuaderno dorado”, los asuntos se han reunido, hay deformidad en el final de la fragmentación... y triunfa el segundo tema, que es el de la unidad. Anna y Saul Green, el fracaso americano. Son lunáticos, chiflados, locos, lo que queráis. Fracasan una con el otro y con los demás, y rompen con los moldes falsos que han construido a partir de su pasado. Las fórmulas y patrones que han creado para sostenerse entre sí se disuelven y cada uno oye los pensamientos del otro, uno se reconoce en la otra, en ellos mismos. Saul Green, el hombre que ha sido rencoroso y destructor para con Anna, ahora la apoya, la aconseja, le da el tema para su próximo libro, “Mujeres libres”, de título irónico. El libro comienza así: “Las dos mujeres estaban solas en el piso londinense...”. Y Anna, que ha estado celosa hasta la locura de Saul, que ha sido absorbente y exigente, le entrega el nuevo y bello diario, “El cuaderno dorado”, que previamente se había negado a darle, y le brinda también el tema para su próximo libro y le escribe la primera frase: “En Argelia, en la árida ladera de una loma, un soldado observa la luz de la luna brillar en su fusil”. En el texto de “El cuaderno dorado”, escrito por ambos, ya no podéis distinguir lo que es de Saul y lo que es de Anna, ni distinguir entre ellos y los otros personajes que aparecen en el libro.
Sobre este tema del fracaso que, a veces, cuando la gente se derrumba, es una forma de curarse a uno mismo de las falsas dicotomías y divisiones más íntimas, evidentemente que ya han escrito otros desde entonces, y también yo misma. Pero aquí es donde, aparte la vieja y extraña historia, lo hice primeramente, de manera más ruda, más próxima a la experiencia, antes de que ésta se hubiera moldeado a sí misma en pensamiento y forma, y quizá resulte más valiosa por tratarse de un material más primario.
Pero tampoco se ha dado cuenta nadie de este tema central, ya que el libro fue inmediatamente despreciado por críticos tanto amistosos como hostiles, cual si tratara de la guerra de los sexos. Las mujeres, por su parte, lo consideraron arma utilizable en dicha guerra.
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