miércoles, 12 de agosto de 2009

Buenos Aires Dibujada x REP - 2007

Por Rep

Para entender la ciudad en la que me crié, tuve que dibujarla. Recorrerla, explorarla, comprenderla en la palma de mi mano. La primera edición de este libro data de 1993. Los dibujos que recopilaba allí fueron saliendo publicados, semana a semana, durante todo el año 1991. Los 47 barrios de Buenos Aires. La frescura y la excitación con que iba trabajándolos están brillantemente transcriptas por Horacio Verbitsky en el prólogo, fruto de una charla en un caserón de San Cristóbal.

Pasaron muchos años y, por lo menos, tres Buenos Aires. El BA de principios de los ‘90, que se estaba preparando para los cambios brutales que iba a sufrir la sociedad. El BA del ‘93 para adelante, con la pseudomodernización y su consecuente desigualdad. Y la ciudad post 2001, con la devastación a la vista. Ahora, habiendo entendido y sufrido todo ese proceso, me encaminé hacia otra recorrida para actualizar aquellos dibujos. Quiere decir que este libro es distinto de aquél. Por lo pronto, rehice dos barrios: Palermo y Belgrano son nuevos. Y el otro inédito es Puerto Madero, el número 48 que en aquel entonces era una promesa y ahora es una irrealidad. Otra novedad de esta edición es haber retirado todos los textos, emotivos y precisos, realizados especialmente para la ocasión por escritores y periodistas amigos. ¿Por qué? Quise dejar a mis dibujos ahí, desamparados, defendiéndose solitos. Quedó únicamente La fundación de Buenos Aires de Verbitsky, que hacía de prólogo de aquel libro.

Hay un momento clave en el que mi percepción idílica de Buenos Aires perdió la virginidad. Fue el crepúsculo del 20 de diciembre de 2001, caminando por la lacrimógena Plaza de Mayo, el microcentro, la Diagonal devastada. El asfalto alfombrado de piedras, fuegos, vidrieras destruidas, humos espesos como árboles, autos y teléfonos reventados. Ahí tuve la certeza de una ciudad mancillada. Todo lo que vimos después en sus calles hablaría de sus crisis y realidades. Pero así y todo los barrios de Buenos Aires están más vivos que nunca. Ya no está más aquel corsé dictatorial, ni el letargo del uno a uno, ni el primor y el recato europeos. Todo cambió para siempre. Convive todo en esta Buenos Aires. Y también hay un lugar para el humor.

La metafísica porteña, las micrometafísicas barriales; maneras de vivir, de caminar, de oler, de hacer la trampa, de amar y de maltratarnos, eso que heredamos y que nos sobrevivirá, todo está intacto. A ese paisaje humano le brindo esta filcar impertinente, mi homenaje a la ciudad en la que me crié.













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