Al tiempo de navegar a lo largo de la costa, nos adentramos en un mar de aguas dulces y marrones. El olor de esos ríos es si par sobre esta tierra. Es un olor a origen, a formación húmeda y trabajosa, a crecimiento. Salir del mar monótono y penetrar en ellos fue como bajar del limbo a la tierra.
lunes, 10 de agosto de 2009
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