sábado, 8 de agosto de 2009

–¿Por qué El libro de la almohada?
–De acuerdo con la lectura más literal puede pensarse que ella usaba metafóricamente los papeles como almohada. O que guardaba estos papeles de escritura en una almohada. No una almohada en el sentido actual sino una especie de mueble que se colocaba en la cabecera del lecho y donde se guardaban papeles personales, elementos de escritura. Otra versión es la anécdota que está hacia el final del libro y donde aparece la emperatriz hablando de unos cuadernos que no se iban a utilizar, y Sei Shônagon dice: “Si fueran míos, los usaría como almohada”. En japonés, la misma palabra designa a almohada y epíteto. Entonces también se puede interpretar El libro de la almohada como un libro de retórica.
–Lo que sorprende es que suene totalmente contemporáneo.
–Generalmente se habla de cultura japonesa como milenaria. Pero, en realidad, milenarias son las culturas de China y de la India. La escritura en Japón aparece muy tardíamente. Los primeros escritos son del siglo VI y la primera antología, del siglo VIII después de Cristo. O sea que, si hiciéramos una escala cronológica, comienza prácticamente con las lenguas romances occidentales y con una torsión muy fuerte que es la adopción del ideograma chino. Lo interesante es que estos ideogramas van siendo simplificados. En ellos son muy importantes los elementos de escritura y la caligrafía, fundamentales para la estilización formal. Cuando el ideograma, que era una lectura conceptual, se va simplificando, se le adjudica una lectura fonética. A partir de la simplificación de ciertaspartes del ideograma se elabora una escritura fonética: el hiragana, que se escribe con la caligrafía soshô de líneas suaves. Y ésa es la escritura vernácula, propia de Japón. En su elaboración, si bien no hay ningún dato histórico que lo pruebe, se supone que intervinieron las mujeres, porque se la llamó escritura femenina o de mano de mujer.
–¿Cómo se ingresaba a la corte del emperador?
–Había un estamento de damas, de servidoras que tenían un acceso intelectual muy alto precisamente por tener que servir. De ahí la capacidad de esas mujeres de acceder a la escritura, que era un modo de expresión muy codiciado además de un pasatiempo. La originalidad de Sei Shônagon es que ella constantemente está opinando. Es un individuo, de ahí su modernidad. El diario es el género por antonomasia japonés. En él, ella utiliza sus famosas listas que se estudiaron hasta el siglo XVIII, porque se las consideraba repertorios poéticos. El romance de Genji es diferente. Hay quien dice que es proustiano. Trabaja con la memoria, con la noción de karma, de varias vidas, con una obsesión amorosa que se va repitiendo genéticamente y que atraviesa tres generaciones. El protagonista es un Don Juan japonés.

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