lunes, 10 de agosto de 2009

El limonero real/Nadie nada nunca


La escritura, de Juan José Saer ha sido reconocida por la crítica especializada como una de las más valiosas y renovadoras en el ámbito de la lengua española contemporánea.
El limonero real (1974), representa un punto de condensación central en su vasto proyecto narrativo.
Suma de experiencias anteriores y estación anticipadora de textos futuros, teje un minucioso laberinto de idas y venidas, repeticiones y variaciones sobre una anécdota aparentemente simple: una familia de pobladores de la costa santafesina se reúne desde la mañana, en el último día del año, para una celebración que culmina, por la noche, en la comida de un cordero asado.
Dos ausencias hostigan al personaje central de la novela: una, la de su mujer, que se ha negado a asistir a la fiesta alegando el luto por su hijo: otra, la de ese mismo hijo, cuya figura pequeña emerge una y otra vez en el recuerdo. Doblemente acosado por la muerte y por la ausencia, el relato imprime a su materia una densidad creciente, que otorga a la comida nocturna las dimensiones de un banquete ritual.
El limonero real, es la novela de la luz y de la sombra, suyos juegos alternancias puntúan el transcurso del tiempo; es la novela de las manchas que terminan, finalmente, por componer una figura; es la novela de la descripción obsesiva de los gestos más triviales, de las sensaciones y las percepciones, de las texturas y los sabores. Pero la enorme tensión de su complejidad formal en la que pueden leerse, entre otras, las huellas del Génesis y de la Odisea, de Joyce y de Borges no se agota en sí misma: resulta condición fundante de otra indagación que, a la manera de un argumento secreto, el texto pone en escena. Narrando los trabajos y los afectos, las culpas y los conflictos de un grupo familiar signado por la pobreza y atrapado en la repetición de las vidas que transcurren casi al borde de la naturaleza, Saer convierte esa materia deliberadamente "pobre" en una fiesta literaria de riqueza inusitada, pero, sobre todo, en una ardua interrogación sobre la precariedad y la perplejidad de nuestro propio estar en el mundo.

Si la literatura funda zonas, esos "lugares" de Saer estan maravillosamente condensados en Nadie nada nunca.
Que discurso da cuenta de la complejidad de lo real? Cuantas versiones de una historia son posibles?
En un rincon junto al rio, unos hombres asocian imagenes y recuerdos, entre un atardecer sofocante y una manana que no llega. La rememoracion y la remonicion de un crimen propician los rituales cotidianos, cuya repeticion esconde la violencia y el horror. Un asesino de caballos asola desde hace meses la region. El relato fluye y refluye como la corriente del rio, del tiempo y de la memoria entre mito e historia, sensualidad y politica, suspenso y reflexion.
Tiempo y espacio son categorias privilegiadas en Nadie nada nunca; los personajes de El limonero real reaparecen, lateralmente, creando un sistema de cierta percepcion de la realidad; la representacion del lenguaje, el relato que se diluye, la reflexion sobre el acto de la escritura instalan algunas claves de esta novela donde la persistencia del arte de narrar senala a uno de los mas grandes escritores argentinos.

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