En junio de 1930 se perdió en la cordillera su compañero Guillaumet, durante una tormenta. Por días y días, Saint Exupéry sobrevoló los Andes buscándolo o buscando alguna señal de él. Nadie quería acompañarlo en una excursión por tierra, ya que la sabiduría de los baqueanos dice que los Andes, en invierno, no devuelven a los hombres.
Escribe, entonces, en una carta imaginaria a su amigo, que luego formará parte de su libro Tierra de Hombres: "...Y cuando de nuevo me deslizaba entre los muros de los pilares gigantes de los Andes, me parecía que ya no te buscaba, sino que velaba tu cuerpo en silencio, dentro de una catedral de nieve..." Increíblemente, después de cinco días de errar, el piloto fue encontrado sano y salvo. La historia de su travesía heroica en la cordillera, escuchada tantas veces por Saint Exupéry, está contada con lujo de detalles y poesía, en el mismo libro que mencionamos, Tierra de Hombres.
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