lunes, 28 de septiembre de 2009

Un cuento especial: "El cielo entre los durmientes"

Ni un alma por la calle. Como si el sol de la siesta cayendo a pique y después derramándose por todos lados, hubiera empujado a bichos y gente a quién sabe qué escondidos refugios, adonde el sol no puede penetrar, pero ante los cuales se queda montando guardia, rabioso y vigilante como un perro en acecho.
Por la calle vamos Ernesto y yo. Hace cinco minutos, un silbido me arrancó de la sombra de la glicina y me mostró entre dos pilares de la balaustrada un rostro enrojecido y contento. No hubiera sido necesario que me dijera "¿salís?", con un grito breve y exacto como un pelotazo. Yo lo estaba esperando, o mejor dicho yo estaba esperando un pretexto cualquiera para dejar aquella modorra del patio, adonde me llegaban ruidos lejanos e incitantes entreverados con el aleteo de algún mangangá.

El cielo entre los durmientes de Humberto Constantini.

Hablar de Humberto Constantini es referirse a una generación que eligió, en este caso, la pluma y el fusil, la revolución y la humanidad para llevar adelante la vida.

Hablar de Constantini es remitirse a Rodolfo Walsh, Haroldo Conti, Francisco Urondo y Roberto Santoro, por nombrar sólo algunos. Cuando ellos aparecen desde sus historias, sus libros y sus heroísmos es imposible no detenerse a pensar en los dolores del país y sus miserias actuales. Pero también, cuando esa generación asoma se tiene la certeza que se puede y que lo único que se deben romper son las cadenas.

Militante del PRT-ERP, Constantini nació el 8 de abril de 1924 en Buenos Aires. Hijo único de inmigrantes judíos italianos, sus días transcurrieron en el barrio de Villa Pueyrredon. Egresado en la carrera de veterinaria, este oficio no fue el único en su vida: ceramista, investigador y vendedor fueron sus labores mientras escribía y corregía con una disciplina y “atornillado a la silla”, como a él le gustaba decir. Casado con Nela Nur, tuvieron tres hijos y su primer libro de cuentos, “De por aquí nomás”, se publicó en 1958.

Coherente a la generación del ’70, el motor que lo impulsó a la militancia revolucionaria fue la figura de Ernesto Guevara y la Revolución Cubana. Anteriormente, había integrado el Partido Comunista, del que se alejó por las divergencias que mantenía con la conducción prosoviética.

Cuando el país cayó bajo el férreo mecanismo represivo de la dictadura militar de 1976, Constantini se exilió en México a regañadientes. En el país azteca continúo aferrado a la literatura y también llevó adelante una serie de programas de radio. El 16 de enero de 1984 regresó a Buenos Aires, luego de un exilio de 7 años, 7 meses y 7 días. El 7 de junio de 1987, una enfermedad lo venció. Los que lo conocieron, aseguran que Constantini estuvo escribiendo hasta la última noche de su vida.

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